miércoles, 3 de diciembre de 2014

“Minghun”, o cómo unir en matrimonio a personas fallecidas

Una de las metas más importantes en China, si no la más relevante, consiste en garantizar la continuidad del linaje familiar al que las personas quedan adscritas por nacimiento o por enlace matrimonial.
A ello se debe que, por ejemplo, gran parte de los jóvenes del país sienta una gran presión de tener descendencia, o que, entre las pocas tradiciones “religiosas” que practican, destaquen las que consisten en honrar y agradecer a los antecesores familiares por sus esfuerzos en pos del linaje al que pertenecen.
Y de ahí que, todavía a día de hoy, existan unas pocas familias dispuestas a mantener la tradición del minghun (冥婚), un “matrimonio fantasma” o “matrimonio de espíritus”, que fue

practicada por figuras históricas como el general Cao Cao, quien casó a su hijo difunto, de apenas 13 años de edad, con una joven también fallecida.



Pero aunque a su alrededor exista un aura de magia y superstición, causada por el temor de que el fantasma del soltero requiriese compañía para su vida en el más allá, generalmente, la celebración del minghun tiene un motivo más bien de utilidad.

Por una parte, la ceremonia podría servir para integrar una hija no casada dentro de otra familia, ya que, en la China tradicional, las mujeres forman parte del linaje de sus maridos.Por otra parte, esta extraña forma de enlace dio una solución para la continuación del legado de un hijo fallecido, siempre y cuando existiese una mujer dispuesta a casarse con él (o sus restos) y adoptar la descendencia de uno de sus nuevos cuñados (en el mejor de los casos) como hijo legítimo.
Además, esta última opción podía suponer una salida más o menos aceptable para las mujeres solteras, las cuales estaban señaladas por la sociedad, y de ese modo, pasaban a ocupar el lugar que debían ocupar.
Las bodas con o entre difuntos se llevaban a cabo de forma similar a las celebradas entre los vivos, y a menudo implicaban la participación de un tipo de casamenteras (mujeres encargadas de concertar matrimonios) especializadas en estas uniones.
Aparte de la mediación de casamenteras,  también existían otros métodos de emparejamiento. Se dejaba un objeto (generalmente un sobre rojo) en la calle a nombre del soltero fallecido y esperaban a ver quién lo recogía.
Pocas personas “destinadas” a casarse con un difunto se han negado a completar la unión, sin embargo, también hubo quienes se arrepintieron del enlace y se fueron, como el hombre al que vemos en la foto. 
Y no es para menos, pues aunque en estas bodas el difunto suele estar representado por figuras de papel, en este caso la ceremonia se produjo en presencia del cuerpo de la novia.
A pesar de estar perseguida por la justicia desde la creación de la Nueva China, por el robo de cadáveres que conlleva, , algunas investigaciones indican que sigue presente en ciertas zonas rurales a orillas del Río Amarillo, desde la provincia de Gansu hasta Hebei, aunque también se mantiene en Taiwán y algunas zonas al otro lado del estrecho.
Hecho por: Itziar Aguirre

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